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Sentir incomodidad cuando alguien se acerca demasiado.Necesitar espacio justo cuando el vínculo se vuelve más profundo.
Cerrar emociones para no depender.
Cuando esto aparece de forma repetida, no suele ser frialdad ni falta de interés. En muchos casos, tiene que ver con el apego evitativo: una manera de vincularse donde proteger la autonomía se vuelve más importante que la cercanía emocional.
A veces no estás buscando cambiar nada todavía. Solo querés entender por qué, cuando las cosas se ponen intensas, algo en vos se corre.
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¿Qué es el apego evitativo?
El apego evitativo es uno de los estilos de apego.
Suele formarse en contextos donde expresar necesidades emocionales no fue seguro, validado o disponible.
La estrategia que se aprende es clara: no necesitar demasiado, no depender, no exponerse.
No es una decisión consciente. Es una forma de adaptación.
¿Cómo se vive el apego evitativo en las relaciones?
El patrón puede verse así:
Te sentís cómodo al inicio, pero te alejás cuando el vínculo se profundiza.
Te cuesta hablar de lo que sentís.
Priorizás la independencia por sobre el contacto emocional.
Minimizás conflictos o emociones intensas.
Desde afuera puede parecer distancia.
Desde adentro, suele sentirse como una forma de autoprotección.
¿En qué situaciones suele activarse?
Cuando alguien pide más compromiso.
Cuando aparecen expectativas emocionales.
En relaciones donde hay demanda afectiva.
Después de experiencias donde la cercanía dolió.
Cuando sentís que podés perder control o libertad.
El apego evitativo no implica falta de amor, sino miedo a quedar atrapado en algo que no sabés cómo manejar.
¿Qué implica trabajar el apego evitativo?
Reconocer este estilo no significa forzarte a sentir distinto de un día para el otro. Significa empezar a entender por qué la cercanía incomoda.
En terapia, el trabajo suele enfocarse en:
Identificar mecanismos de evitación emocional.
Aprender a registrar lo que sentís sin cerrarte.
Construir intimidad sin perder autonomía.
Desarrollar vínculos más equilibrados y conscientes.
No se trata de dejar de necesitar espacio, sino de que el espacio no sea la única salida.
El apego evitativo no es un defecto.
Es una respuesta aprendida que puede revisarse.
Si sentís que este patrón se repite en tus vínculos y querés entenderlo mejor, acompañarte en ese proceso puede abrir nuevas formas de relacionarte.
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Entender también es una forma de acercarte, sin perderte.
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